19 de junio de 2011

MELVA EN SALAZON

 

Junto al atún, bonito y caballa, la melva forma la familia de túnidos que se pescan en nuestro mar Mediterráneo. Realmente se trata de una variedad de bonito por lo que su aspecto es muy parecido a este, solo porque tiene las aletas más separadas y unas 15 rallas dorsales de color oscuro por los dos lados. Su pesca se adentra en la prehistoria pero fueron los romanos y fenicios quienes perfeccionaron su conserva y generalizaron su consumo. En alguna ocasión hemos comentado que antaño, el agricultor pasaba el día fuera de casa y su dieta  consistía en unas sopas de café, malta o leche para desayunar y a mediodía, un trozo de pan cortado con la navaja y sobre el que se depositaba unas anchoas o un trozo de melva en salazón. El bocadillo, tal y como hoy nos comemos, era totalmente desconocido. El plato caliente se lo tomaban al caer el día que era cuando volvían a casa. Hoy vamos a preparar melva en salazón y no hay que confundirla con la melva seca que ya comentaremos en otra ocasión.

Nos hará falta:

Melva
Sal gorda húmeda
Pimienta negra en grano


Limpiar la melva y cortarla a trozos no muy grandes, desechando la cabeza. Ponerla en remojo para limpiar la sangre durante unas horas hasta que esté blanca. En un bote de cristal de boca ancha echar una capa de sal, una de melva y unos granos de pimienta, y así sucesivamente hasta llegar arriba, donde acabaremos con una capa de sal Debe quedar compacto y sin huecos. Tapar y dejar en sitio fresco y oscuro si es posible durante al menos 3 meses. Para consumirla, quitarle la sal, desmenuzarla y ponerla en un plato con un buen chorro de aceite de oliva. Junto a un buen trozo de pan con tomate y un tinto con no mucho cuerpo os hará pasar un rato inolvidable. Buen provecho.

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