Probablemente sea Alicante la provincia de España donde más afición se tenga por los salazones. Pese a que la técnica del salazón ha ido perdiendo su hegemonía con la invención de las conservas y la fabricación del hielo, no debemos olvidar que durante siglos la sal y el sol han sido esenciales en el comercio del pescado. De lo que se trata es de deshidratar la pieza que vayamos a conservar y sustituir el agua por sal de forma que los microorganismos y las bacterias no puedan atacarla. Hoy nos centraremos en la hueva de bonito que son las masas formadas por el conjunto de huevos de dicho pescado secadas y prensadas. El proceso puede ser totalmente artesanal y consiste en lavarlas bien y dejarlas en salmuera (agua y sal) durante un tiempo y luego se colocan entre 2 tablas de madera y un peso encima de manera que la presion haga que vayan soltando el agua pero sin que llegue a romperse la membrana que los cubre. Finalmente se vuelven a pasar por agua y sal y se cuelgan al sol varios dias.
A la hora de consumir basta con cortarlas en láminas finas y regarlas con un buen chorro de aceite de oliva. A mi personalmente me gusta mezclarlas con unas almendras fritas y saladas. Ahora, eso si, tened a mano abundante cerveza fria por que el sabor fuerte que tiene y la sal os harán beber en abundancia.
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